Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

NO DEJES ENFRIAR NUESTRA FE, SEÑOR. ES MÁS AUMÉNTALA.



Confesar tener fe en Jesús y no visitarle, darle un abrazo y sentirte amado y acogido por su Palabra y su Amor es no haber descubierto plenamente el significado de lo que es tener fe. La fe debería llenar todas las Iglesia, sobre todo las Eucaristías celebradas. Porque es en la Eucaristía donde Jesús, en quién dices creer, se hace presente verdadera y realmente bajo las especies de pan y vino.

Es, entonces, cuando realmente puedes abrazarle, hablarle, darle la mano, dejarte tocar por Él, escucharle, sentarte a su lado, mirarle silenciosamente, contarle tu vida, tus problemas; compartir tus alegrías y también tus penas. Hablarle de tus ilusiones mundanas y pedirle opinión y su parecer.

Jesús es un verdadero Amigo. Nuestro mejor Amigo. Un Amigo que nos quiere hasta el punto de dar su vida por nosotros. Cada día lo hace y está dispuesto a ser crucificado por darte vida a ti. No se puede encontrar otro ni nadie que se le pueda igualar.

Ahora, ¿cómo no irle a visitar y celebrar ese Banquete Eucarístico a diario? Quizás muchos no lo hagan porque no puedan, los horarios y compromisos de esta vida a veces no dan lugar para ello, pero siempre podemos visitarle en la Eucaristía y cada domingo.

También podíamos proponer a nuestros párrocos horarios más flexibles o coordinar diferentes horarios en las diversas parroquias para encontrar el nuestro, aquel en que podamos visitar y alimentarnos todos los días del Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesús.

martes, 29 de septiembre de 2015

TODO IMPULSO PUEDE SER UNA ORACIÓN



Orar es tomar conciencia de que somos criatura de Dios, y en ese instante todos nuestros pensamientos puestos en su presencia son hermosas oraciones que fluyen en diálogo directo con Él. Nada en cada instante de nuestra vida queda fuera o al margen de la mirada de Dios. Así que, a pesar de nuestras distracciones, cada vez que nuestra mirada se cruza con la del Señor estamos orando y en contacto con Él.

Orar es entrar el comunicación y diálogo con el Señor; orar es sentir ese impulso interior, desde lo más profundo de nuestro corazón y conectar con la Misericordia y el Amor de Dios; orar es descubrir que dentro de mí hay una energía que, regalada por la Gracia de Dios, me da fuerzas para amar y vivir en la verdad y la justicia.

La oración es necesaria y fundamental para crecer como persona, como persona madura, sensata, con sentido común, justa y verdadera. Porque la oración mira por nuestra verdad, nos descubre nuestras mentiras y nos activa nuestra conciencia para que, dejando la injusticia, vivamos en la verdad. Quien piensa sabe lo que hace bien o mal, y cuando hablas con tu mismo corazón estás hablando con Dios, porque dentro de ti mora Él.

Orar es levantar el corazón de nuestra alma y ponerlo en Manos del Espíritu Santo para que, purificado por su acción, demos gracia y sirvamos según su Voluntad. Orar es despertar de nuestra realidad y comprender que, más arriba, allá donde se pierde nuestra vista, hay Alguien que se regocija en nuestra vida y nos cuida y llama a vivir la definitiva y eterna en su gozo y plenitud.

Pidamos al Señor que nunca dejemos de orar, y eso supone tenerle constantemente presente en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida. De tal forma que, cuando experimentas que algo has hecho mal, te duela porque, a parte de ofende o fastidiar a alguien, le has negado un abrazo al Señor. Y con la verdadera oración lo evitamos. No hay nada como abrazar a Jesús.

lunes, 28 de septiembre de 2015

LA ORACIÓN ES EL PEGAMENTO QUE NOS UNE A TI, SEÑOR



Sin oración nos quedamos en la cuerda floja y desubicados y lejos de Jesús. Posiblemente nos perdamos en el camino y, debilitados, perdamos sus pasos y sus enseñanzas. Necesitamos orar, pero orar a cada instante. Orar nuestras oraciones, pero también orar con nuestra vida, nuestros esfuerzos, nuestra lucha de cada día y a cada instante. La vida es una oración continua.

Y ese es el pegamento que queremos, Señor, utilizar para permanecer adherido a Ti a cada segundo de nuestra vida:  ora comiendo, ora descansando, ora cocinando, ora trabajando, ora compartiendo o tomando un descanso o en los momentos de diversión y relajamiento. Siempre en lucha injertado en el Espíritu Santo.

La vida es oración, ofrecida integramente desde nuestro corazón y a cada latido de nuestro corazón. La vida es presencia de Dios en todo momento y en todos nuestros actos. Incluso en los más íntimos, porque Dios está en toda nuestra intimidad y en toda nuestra existencia.

Por todo ello, Señor, te pedimos la Gracia de saber estar, de saber actuar y discernir los caminos de nuestra vida, y no atrevernos a recorrerlos sin Ti. Te pedimos ocupar los últimos puestos y estar dispuestos y disponibles a servir por amor a los demás, sobre todo a los más pequeños.

Y te pedimos perdón Señor por todos nuestros pecados e indiferencias. Perdón Señor por cuantas veces he desoído tu Palabra en algún pobre que se dirige a mí y me pide ayuda. Ayer mismo, al terminar la Eucaristía me sucedió eso, y lo remití a Cáritas hoy lunes. ¿Cómo, me pregunto, habrá pasado el fin de semana? Mientras yo me di un gran almuerzo celebrando un Bautismo. No sé, Señor, pero no me he quedado tranquilo.

Perdón Señor, dame la paz y la fuerza de saber como actuar. Porque Tú eres nuestra razón y nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Amén.