Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 29 de mayo de 2017

EL CAMINO NOS TIENTA Y NOS EXIGE

«¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».

Pongamos mucha atención y leamos despacio reflexionando sobre lo que nos dice el Señor. Nos dice como sorprendido, preguntándonos: ¿Ahora creéis? Y nos advierte que llega la hora que nos dispersaremos y que cada uno tirará por su lado y le dejaremos solo. ¿Está ocurriendo esto hoy? Nuestras iglesias están medias vacías y  en relación a la población mundial son pocos los que están y, al menos, practican.

Y, el Señor, nos advierte para que no nos sorprenda esta realidad, y no perdamos la paz. Paz en Él. El mundo nos hará sufrir, flaquear, presentarnos la idea de la duda, y debilitarnos, pero en el Señor nos mantendremos siempre firmes y seguros. Él ha vencido al mundo y nosotros en Él lo venceremos también. Esa es la Buena Noticia de salvación que nos llena de paz y alegría.

Y eso es lo que hoy, Señor, te pedimos. Unidos a todos nuestros hermanos en la fe, que visitan este humilde blog, y unidos a todos los blogueros católicos y no católicos que experimenten el deseo de salvación, que este mundo no nos da, te pedimos, Señor, que nos des la fe a los que no la tienen,  y nos la aumente a todos los que la tenemos debilidata por el pecado y las tentaciones de este mundo. 

Te pedimos que nos mantengamos unidos en la Iglesia y, junto a tu Madre, Madre de salvación y corredentora en su Hijo Jesús, seamos capaces de anunciar la Buena Noticia de salvación desde la Palabra y el testimonio con nuestras humildes vidas. Amén.

domingo, 28 de mayo de 2017

TAMBIÉN NOSOTROS DUDAMOS


Todo se repite y ahora la duda sigue actuando en cada uno de nosotros. Nos hemos resistido a la obediencia porque hemos dudado. Hemos creído que desobedeciendo a Dios podemos ser más felices. Hemos pensado que Dios nos quita libertad cuando nos manda a guardar todo lo que nos ha enseñado. Sí, pensamos que Dios nos somete y nos impone sus mandatos. Y le rechazamos. 

Es el pecado. El pecado insinuado por el Maligno, que quiere alejarnos de Dios y perdernos para Él. Es el Demonio, que nos sugiere esos pensamientos y nos confunde para que nazca la duda en nuestro corazón. Sí, nos cuesta seguir el camino que nos traza el Señor y tomamos el que pensamos nosotros. 

Sin embargo, la experiencia nos descubre que por este camino no encontramos lo que buscamos, y que pronto experimentamos el sin sentido y el vacío. Caemos en la cuenta que en la Casa del Padre estamos mejor y es allí donde está precisamente la felicidad que buscamos fuera. En la parábola del Padre amoroso hijo pródigo -Lc 15, 11-32, Jesús nos descubre ese grave error nuestro.

Siempre estamos a tiempo mientras estemos en el camino. Pidamos reconocer nuestro grave error o pecado y arrepentirnos. Pidamos, y tengamos confianza en la Misericordia del Padre, que nos perdona y nos abre sus brazos para acogernos y salvarnos de la muerte del pecado. Pidamos que la fe se afirme en nuestro corazón y creamos firmemente en la Palabra del Señor, que nos dice: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra».

Pidamos la Sabiduría y la Gracia de proclamar el Evangelio y hacer discípulos a toda la gente, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

sábado, 27 de mayo de 2017

SÓLO LA FE NOS SALVARÁ

No cabe duda que la fe implica obras, y es de sentido común que quien tiene fe, tendrá también obras. Te pido perdón, Señor, porque mi oración es débil y distraída. Una oración que habla, pero que, quizás, no confía ni se compromete; una oración mecánica, rutinaria, de cumplimiento y de hábitos. Una oración que no baja a mi vida y no sólo la cuestiona, sino que no la mueve ni la compromete.

No es que yo la quiera así, ni tampoco que me conforme, pero no encuentro la salida y temo quemarme y cansarme, e, incluso, abandonar. Y ante tal debilidad y tentación, Señor aprovecho tu invitación para pedirte que me afirmes en la fe y la fortalezca dentro de mi corazón.

Por eso, hoy, Señor, aprovecho tu ofrecimiento en el Evangelio sobre la oración de petición, y quiero pedirle al Padre, apoyado en Ti y en tu Nombre, que no sólo aumentes mi fe, sino que me la fortalezcas y vigorices afirmándola sobre esa roca que es tu Iglesia con el primado de Pedro a la cabeza. Iglesia que Tú, Señor, has fundado sobre tus apóstoles con Pedro como primado.

Te pido, Padre, en Nombre de tu Hijo que me inundes de una fe que, no sólo parezca, sino que también se vea y note. Una fe que se mueva y comprometa; una fe que empuje y cuestione mi vida, y una fe que me lleve a la vida aceptando mi pasión hasta la cruz. Mi propia cruz que quiero compartir contigo ofreciéndotela por amor. Y eso, Señor, sé que no puedo lograrlo  por mí mismo, sino por el don de Tu Gracia, que nos da la fe y todo lo necesario para poder servirte y amar como Tú nos amas.

Por eso, en estos momentos de oración, quiero pedirle al Padre sólo una cosa: "La Fe". Una fe que me lleve, Señor a estar unido a Ti y a los hermanos. Una fe que crezca y viva en la unidad de la Iglesia y que de frutos en una comunidad de amor. Amén.