Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

martes, 14 de noviembre de 2017

RECONOCER NUESTRA PEQUEÑEZ

A pesar de escucharlo, como otras tantas cosas, se nos hace difícil darnos gratuitamente. Y se nos hace difícil porque nos cuesta reconocer nuestra inutilidad y nuestra total dependencia de Padre Dios. No somos nada. Todo le pertenece, incluso nuestra vida. De Él venimos y a Él iremos. Sin embargo, el pecado está permanente ahí. La arrogancia con la que el hombre se hace dueño del árbol de la Ciencia del bien y del mal rechazando a Dios.

Incluso, experimentamos la sensación de agradecimiento por parte de Dios cuando hacemos alguna obra buena. Nos creemos, aunque inconscientemente, que Dios nos agradece todos nuestros buenos actos y que le hacemos un favor cuando obramos bien. ¡Qué necio somos! Cuando todo nos ha sido dado gratuitamente para nuestro bien y salvación.

Realmente, debemos ponernos en oración y pedirle al Señor que nos dé esa sabiduría divina de sabernos sus hijos, y sin ningún mérito para recibir recompensa. Todo lo que tenemos le pertenece y ya es mucho, pues nos ha sido dada la vida y el gozo de vivir con alegría y paz en su presencia. Toda recompensa sobra, pues somos nosotros mismos, por decirlo de alguna manera, nuestra propia recompensa.

Por lo tanto, perdona, Señor, todos nuestros pecados y nuestras suficiencias y danos la necesaria humildad para, no sólo reconocer, sino creérnoslo de verdad y experimentarlo en lo más profundo de nuestros corazones, que somos simples criaturas tuyas, y que ya, por el hecho de existir, ser y vivir en tu presencia y conocimiento, debemos estar agradecidos.

Danos la paciencia y la perseverancia de ser prudentes y de saber cumplir con nuestro deber y compromiso de Bautismo. Sin esperar nada a cambio, te pedimos, Señor, fortaleza para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora y responder así con nuestro compromiso cristiano. Iluminanos para comprender que nada merecemos, pues nada tenemos y en ello gozamos y todo nos viene de Ti como don gratuito. Amén.

lunes, 13 de noviembre de 2017

MISERICORDIA QUIERO, Y NO SACRIFICIOS - Mt 9, 13 -

Jesús ha venido a perdonarnos, porque nacemos manchados por el pecado y necesitamos ser limpiados para, purificados, alcanzar la Vida Eterna. Vida Eterna a la que estamos llamados y experimentamos dentro de nosotros mismos. Está impresa en nuestro corazón. La descubrimos en el camino de nuestra vida y la anhelamos desesperadamente. Sin embargo, ocurre que la buscamos en lugares equivocados.

La puerta de esa limpieza primera empieza en el Bautismo. Por Él entramos en la familia de los hijos de Dios y gozamos de la asistencia del Espíritu Santo, que nos fortalece y nos ayuda al combate de cada día contra la tentación del pecado y del escándalo. Es lógico y de sentido común que estamos necesitado de misericordia, y es eso, precisamente, lo que Jesús nos ha venido a dar gratuitamente. Porque, nuestra realidad no es otra sino esa. Necesitados de perdón y misericordia.

El Evangelio de hoy nos lo dice claramente: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás».

Pero, esa misericordia recibida de forma gratuita, pues no la merecemos, también tenemos que devolverla en los hermanos. Así como nosotros somos perdonados, también tenemos que perdonar. Lo rezamos todos los días en el Padrenuestro. Por eso, Jesús nos lo recuerda hoy. Y es eso precisamente lo que nos pide, nuestro arrepentimiento y dolor por haber actuado mal. 

El Señor no busca nuestro bien actuar, pues es eso lo que debemos hacer sin ninguna recompensa, sino, ante la caída y el pecado, nuestro dolor y arrepentimiento. Precisamente para eso, para levantarnos, animarnos a seguir actuando bien y perdonarnos. Seamos consciente de esa realidad y de esa Misericordia que el Señor nos regala cada día, y pidámosle fe y confianza en que, siempre que acudamos a Él con dolor y arrepentimiento, recibiremos su Perdón y Misericordia. Amén.

domingo, 12 de noviembre de 2017

LLENA, SEÑOR, NUESTRA ALCUZA DEL VERDADERO ACEITE

Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora». Esta es la realidad. Sabemos que llegará el día, y también la hora, pero no sabemos cuándo, ni dónde ni cómo. Y eso trae un mensaje muy claro: Hay que estar preparado y vigilante. Y la única y mejor preparación es tener la alcuza llena del verdadero aceite. El aceite de la Vida de la Gracia; el aceite sacramental de los sacramentos, en especial el de la Eucaristía; el arma de la relación con el Señor, la oración, a través de la cual estamos en contacto con Él en cada instante. Y todo eso para vivir en el amor de cada día. Un amor que se hace compromiso en los hermanos, con los hermanos y para los hermanos.

Pero, nosotros, seres pecadores y limitados, sólo podemos poner y entregar lo que se nos ha regalado, es decir, la libertad de decidir y la voluntad de llevarlo a la práctica. Todo lo demás lo hará la Gracia del Señor en el Espíritu Santo. Y eso es lo que pedimos hoy a través de este pequeño y humilde rincón de oración. Pedimos, Padre, que nos des la sabiduría, la capacidad y la fortaleza de mantener siempre nuestra alcuza llena de aceite.

Ese aceite que nos mantiene limpios, puros, disponibles, entregados, humildes, amorosos y serviciales para con todos los hombres, por la Gracia de Dios. Un aceite que no nos falte nunca y cuando decidas venir en nuestra búsqueda podamos recibirte con las lámparas de nuestros corazones bien encendidas hasta que Tú decidas abrirnos la puerta de tu morada.

Sabemos que no nos basta con sólo pedir, sino que Tú esperas también de nosotros que pongamos en acción todos nuestros talentos recibidos. Y en ello está no despistarnos y tener la suficiente aceite para el día y la hora señalado, tener el sagrario de nuestro humilde corazón repostado del verdadero aceite que nos mantiene nuestro corazón encendido para recibirte. Ayúdanos, Señor, a conservar nuestros corazones libres de la necedad de este mundo, que nos seduce y nos distrae dejando nuestra vida en la oscuridad de la perdición. Amén.