Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 3 de agosto de 2018

ABRE NUESTRO CORAZÓN, SEÑOR, A LA VERDAD

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Tengo que confesar que me cuesta aceptar la palabra de otro. Mejor, según sea el otro. Mi corazón se endurece cuando me habla alguien sencillo que, incluso estimo menos que yo, o, como le ocurrió a Jesús, le conozco y no noto en él nada notable ni destacado. Al contrario, le veo muy sencillo e incapaz de decir nada notable o que llame la atención.

Y lo confieso públicamente, porque siempre será mejor que ocultarlo. Porque, también públicamente pido perdón y ruego al Espíritu Santo que transforme ese forma de pensar y de actuar al respecto. Porque, supongo que yo podría ser uno de esos que también hubiesen rechazado al Señor en aquel momento de su tiempo por este mundo. 

Por eso, consciente de mi pecado y arrepentido de ello le pido al Señor que me dé la paciencia, la humildad y la sabiduría de prestar atención a cualquier persona que quiera ser escuchada y razonablemente exponga su criterio o su verdad. Porque, el Espíritu Santo sopla donde quiera y según quiera. Y que abra mi corazón a la verdad que Él quiera revelarme a través de cualquier persona, acontecimiento o acción.

Aprovechemos este espacio para, unidos como el Señor quiere, pedir para abrirnos a la acción del Espíritu y, en la humildad y sencillez de nuestros corazones, reconocer que la verdad puede llegarnos por cualquier persona, como así ha sucedido a lo largo del plan de salvación que nuestro Padre Dios ha pensando y ha realizado a lo largo de toda la historia de salvación.

Luego, dispón, Señor, de nosotros y de nuestra libertad y voluntad para darnos a conocer tu Palabra y tu buena Noticia de salvación. Amén.

jueves, 2 de agosto de 2018

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

Resultado de imagen de Mt 13,47-53
Somos libres y, por lo tanto, responsables de nuestros actos. Eso, de alguna manera nos implica y nos advierte de nuestra responsabilidad. Tendremos que responder algún día de nuestros actos, de lo que hayamos hecho bien o no tan bien. Es el sentido común que se desprende del precio de nuestra libertad.

Ser libre significa que tendremos que responder y eso delata un juicio en el atardecer de nuestra vida, como dice San Juan de la Cruz. ¿Y de qué se nos juzgará? Pues, también el sentido común nos dice que del bien y del mal que hayamos hecho. Por lo tanto, no todo importa lo mismo. Es necesario que sepamos cómo actuamos y cómo lo hacemos, y buscando siempre el bien y la justicia.

Hoy el Evangelio, como los de estos días atrás, nos relata la existencia de ese juicio final. Juicio que sabemos que será sobre nuestra capacidad de amar. No se nos pedirá cuenta de las misas, rosarios, padrenuestros y demás, sino de lo que hemos amado y de lo que hemos dejado de amar. Por eso, pidamos al Señor la fortaleza y voluntad de amar y de perseverar en el amor. Sabemos que es una lucha constante, pero contamos con el Espíritu Santo para poder hacerlo.

Confiamos en la Misericordia de Dios, que nos ama y nos invita para que actuemos según su Voluntad. Sólo nos pide que abramos nuestros corazones y que nos abandonemos en sus Manos confiados en su bondad y en su amor. Él nos recogerá y nos llevará al lado de los buenos. Eso te pedimos, Señor. Amén.

miércoles, 1 de agosto de 2018

DESCUBRENOS, SEÑOR, EL VERDADERO TESORO

Resultado de imagen de Mt 13,44-46
No es fácil descubrir dónde está el tesoro de mi vida. Hay muchas señales y sensaciones que pueden llegar a confundirme. A veces no sé tampoco distinguirlas bien y puedo caer en la trampa. Por otro lado, mi cuerpo está sujeto a leyes físicas y sensoriales que me confunden y me engañan. Sí, porque no lo que me gusta es por eso bueno. Y me cuesta vencer mis apetencias, mis pasiones y egoísmos. Son indicaciones falsas que pueden engañarme.

Porque, la realidad es que al experimentarlas compruebo y me doy cuenta que en ellas no está esa felicidad que busco. Son efímeras y desaparecen tal como empiezan. Son pasiones que están dirigidas por el egoísmo y toda la cizaña que habita dentro de mí. Porque, no se trata de que sean malas sino que inducen a ser mal usadas y a hacer daño. Es el egoísmo del placer que inhibe al otro y llega hasta anularlo. Es la pasión del deseo y satisfacción que posee al otro y lo desplaza. Es el tesoro de guardártelo para ti y no compartirlo. Emplearlo sólo para tu placer y gozo.

Y pronto te das cuenta que no terminas por encontrar la paz ni el gozo de sentirte bien contigo mismo. Experimentas que la felicidad no está en tener y guardar, sino en tener y compartir y dar todo lo que pueda servir para alegrar y hacer vivir a otros. Descubres que el tesoro no está fuera de ti, sino que lo encuentras dentro de ti, en tu propio corazón. Descubres que la felicidad no consiste en tener sino en dar, y que cuando más das más feliz te sientes.

Hasta que llegas a correr para conseguir descubrir este tesoro en tu corazón y compartirlo con los demás. No lo quieres perder y te aseguras de tenerlo siempre para poder compartirlo siempre. Y sabes que sólo con Él puedes perpetuarlo y conservarlo, porque hay muchos peligros que trataran de engañarte y de hacerte cambiar de idea. Procura, entonces, agarrarte con todas tus fuerzas al Señor para que nadie pueda arrancarte ese Tesoro del Amor de Dios y que da la Vida Eterna. Amén.