"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
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jueves, 31 de mayo de 2012
miércoles, 30 de mayo de 2012
QUISIERA QUEDARME SIEMPRE AL FINAL
el último para servir el café y... |
Al final para servir, para recoger todo lo que otros han dejado. Para obedecer y cargar con lo que otros han olvidado, o no se han dado cuenta, o no han podido hacerlo. Quisiera, Señor, ser de los que llegan cuando los demás están ya colocados, situados, establecidos.
Pero no es fácil, Dios mío, cuesta y desespera. A la hora de ser convocados a recibir, corremos sin tener en cuenta a otros. Nos olvidamos de los otros. Solo pensamos tomar el chocolate nosotros, ¡por si acaso se acabe! Yo primero, luego veremos. Posiblemente, si luego percibimos que alguien se ha quedado sin ninguno, igual lo compartimos, pero antes hemos corrido hasta atropellar sin darnos cuenta.
Nuestra inclinación es correr para ser primeros. Nos gustan los primeros puestos. A los hermanos Santiago y Juan también les gustaba. Y a los otros también. Se peleaban más tarde por esos puestos. Señor Jesús, sabes que somos así, y a pesar de eso nos acompañas, nos instruye, nos ama hasta dar la vida por nosotros.
Se hace difícil entenderlo. ¿Podremos cambiar, Señor? ¿Puedo cambiar, Señor? Tú estás convencido que sí, pero yo lo dudo muchas veces. Sí, es verdad que Tú lo has hecho primero, y me has enseñado que el Padre del Cielo nos da las fuerzas para poder hacerlo. Sí, es verdad, y Tú nunca me engañas. Siempre dices la verdad.
Padre mío, por la Palabra de tu Hijo Jesús y por sus méritos, dame la fe y confianza de ponerme en tus Manos. Igual que Él, tu Hijo, lo hizo. Dame la paciencia y la firmeza de aguardar en los últimos puestos para servir, como hizo Jesús, dispuesto a lavar los pies a mi hermano. Sé que yo no puedo, pero ahora sé que contigo podré atreverme a intentarlo. Amén.
martes, 29 de mayo de 2012
LIMPIA MI ALMA DE TODA INMUNDICIA
La sangre de Jesucristo limpia todo pecado y toda inmundicia. |
Porque me veo encadenado. Porque mis cadenas me pesan mucho y yo sólo no puedo liberarme. Estoy cogido por mi propia carnalidad. Mi vida, sucia por todos mis apegos, siente el peso del pecado, de la tribulación, de la fatiga y el fracaso. Necesito tu Gracia, Señor, para sentirme fuerte y capaz de vencerme.
¡Oh, Espíritu Santo, asísteme con el don de fortaleza para ser capaz de poner en tus Manos mi pobre y débil voluntad! Dame también la sabiduría de saber responderte, elegirte y dejarme dirigir.
Me siento en un mundo en caos, lleno de tentaciones contrarias a tu Voluntad. Un mundo guiado por el Príncipe del mal, del deseo soberbio de la ira, de la concupiscencia, del odio y la venganza. Un mundo, no de libertad, sino de esclavitud y sometimiento. Un mundo de desamor y muerte.
Y no puedo avanzar solo. Necesito tu acompañamiento, tu sabiduría, tu libertad y entendimiento, tu consejo, tu inteligencia, tu ciencia, tu fortaleza y tu temor de Dios. ¡Oh, Santo Espíritu, ven y mora en mí, y tómame de tu Mano para, en tu presencia, ser capaz de luchar contra este mundo, demonio y carne! Amén.