Señor, Tú me recuerdas cómo sales a mi encuentro siempre que estoy perdido, siempre que me alejo de ti.
Tú conoces mi desvalimiento, mi pequeñez, mi inconstancia, mis incoherencias y errores, y con ellos me quieres, Señor.
Tú sabes bien, Señor, qué es lo que me distrae de ti, lo que me hace mediocre. Pero Tú, Señor, vienes a salvarme, me rescatas como oveja perdida y me metes en tu redil, que es donde están las fuentes de la Vida.
Tú te las arreglas, Señor, aunque yo me aleje, para que viva mi historia junto a ti.
Gracias, Señor, no puedo más que cantar tus maravillas y agradecer tus desvelos. Yo soy del todo tuyo, Dios mío. Amén.
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