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lunes, 27 de febrero de 2012

NUESTRA VIDA ES EL GRAN TESORO

 El camino de nuestra vida está lleno de obstáculos y tristezas, ...

No advertimos que somos inmensamente ricos. No por los bienes o tesoros de este mundo, porque de una u otra manera todo se perderá y su valor es perecedero y caduco. Nada vale porque nada permanece. Solo la Palabra de Dios es eterna, y Ella, la Palabra, nos ha hablado y prometido que nuestra vida es eterna.

Por eso, nuestro gran tesoro es nuestra vida. Tesoro inmenso porque es eterna y gozosa en plenitud. Por eso, nadie tiene derecho a quitárnosla, porque quitándonosla, no solo no logra nada, sino que pierde la suya propia. 

Pero encontrar ese gran Tesoro cuesta, se hace duro y difícil, porque no se encuentra en la superficie de esta tierra, ni en los bienes y riquezas de este mundo. Es un Tesoro que está dentro de nosotros mismos, pero encontrarlo exige olvidarnos de él y, olvidado, entregarlo y compartirlo con los demás. ¿Cómo? Pues, sirviendo, visitando al que lo necesita, al que está enfermo. Llenándonos de paciencia, de comprensión, de perseverancia, de caridad y misericordia, porque así es Dios con nosotros.

No hay otra vía. Es esa, y por esa si quieres estar a la derecha el día de su venida tendrás que vivir estas virtudes que Él te propone. Se nos hace difícil asumirlo. Experimentamos que nosotros solos no podemos. Estamos muy atados y apegados a los bienes de este mundo y olvidarlo es misión altamente dura y casi imposible. 

Pero, ¿cómo es posible que siendo así, Él se haya atrevido a dejar salir a su Hijo de su Casa para darnos todo sus bienes naturales, olvidando su divinidad, y entregarnos hasta su propia vida en una muerte de cruz. ¿Es posible eso? No cabe duda que Él sabe como soy.  

¿Y sabiéndolo lo ha hecho? Eso me hace pensar y me empuja a responderle, porque si Él confía en mí, ¿cómo no voy yo a confiar en Él? Si Él me lo ha prometido conociéndome, no puedo obviar su Palabra, porque siempre la ha cumplido. Debo responderle porque me ha dado pruebas para ello, su Resurrección.

Por lo tanto, asistido por el Espíritu Santo, prometido por Él, debo confiar que puedo llegar a alcanzar ese Tesoro que todos buscamos y anhelamos. Por eso, juntos podemos alcanzarlo todavía mejor, porque donde dos o más estamos en su nombre, allí estará Él con nosotros.

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