Páginas

Páginas

sábado, 25 de febrero de 2012

QUIERO HACER VERDADERO AYUNO


Sería fácil, Señor, privarse un poco de comida, o de algún pequeño vicio, o de desprenderse de algo de dinero. Cuesta un pequeño esfuerzo, pero no tanto. Es cuestión de habituarse y de proponérselo.

Sin embargo, Jesús no nos pide eso, ni tampoco nos propone eso. Jesús nos pide otra clase de ayuno. Un ayuno de no mirarse en el espejo y de no verse tanto. Un ayuno de, olvidado de ti, pensar en los problemas de los otros. Un ayuno más preocupado de salvar que salvarte, porque aquel que pierde, gana. Y aquel que salva, se salva.

No por olvidarte de ti, te pierdes, sino todo lo contrario. Cuando te olvidas de ti resulta que piensas en ti. Cuando te descuidas y despreocupas de ti, es cuando más te cuidas y te preocupas. Parece una contradicción, ¡claro!, no es de este mundo, pertenece a otro. Quien busca perderse resulta que se encuentra. Resulta raro, pero es la única salvación.

Por todo ello, Señor, te pido fuerzas, valor, sabiduría, arrojo, valentía, decisión, firmeza, desapego y todo lo que me ayude a morir a mis vanidades, soberbias, vanaglorias, apegos, riquezas, poder, prestigio, incredulidad, desobediencias, mentiras... Porque yo, como el apóstol Mateo, quiero seguirte y vivir en permanente ayuno de hacer tu Voluntad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.