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lunes, 26 de marzo de 2012

PURIFICA, SEÑOR, NO SÓLO MIS PALABRAS, SINO TAMBIÉN MIS PENSAMIENTOS.

LLORO... porque llorar purifica mi alma y alivia mi corazón...

Porque no solo con nuestras palabras hacemos daños, sino también con nuestros pensamientos. Nos comunicamos por frecuencias. Las palabras son frecuencias que llegan a nosotros, a nuestros oídos, y nos transmiten ideas y pensamientos, pero también nuestros pensamientos, sin llegar a convertirse en palabras, son transmitidos y llegan, por frecuencias, a nuestro entendimiento.

Por eso muchas veces nos sorprendemos de cosas que nos parece no haberlas oídos, pero que están dentro de nuestro entendimiento. Y es que todo es percibido por nuestro entendimiento y todo se guarda. Y sale cuando menos lo esperamos. Por eso hay que tener cuidado con nuestros pensamientos.

Y, Jesús nos dice que no sólo lo que digamos o hagamos será tenido en cuenta, sino hasta nuestros pensamientos son también culpables de lo que pensemos. Tanto robar como desear hacerlo tiene su parte de pecado, porque no lo que está fuera contamina, sino lo que sale de lo más profundo de nuestro corazón. Es ahí donde reside todo el mal que nos tienta y nos presenta lucha.

Por eso, poniéndonos en manos del Espíritu, pidamosle que nos de la fortaleza necesaria para nunca dejar que se fragüe en nuestro corazón el nacimiento de pensamientos que culpabilicen y ofenda. Pidamosle que, como Jesús, seamos sanos, bien intencionados, generosos y misericordioso en estar siempre predispuestos a la buena intención para que todos aquellos que se acerquen a nuestro lado noten tu presencia, Señor, y no la nuestra.

Y de esta manera, se sientan perdonados, aceptados, comprendidos y amados y puedan ser partícipes de una convivencia incluyente, sin marginaciones ni rechazos. Amén.

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