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sábado, 15 de septiembre de 2012

ME DESESPERO CUANDO...

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 - Gracias por tu paciencia y tu amor inagotable. Señor
todo me sale mal y nada  va de acuerdo con mis planes. Me desespero cuando me doy cuenta que mis proyectos y lo que persigo no concuerda con lo que al parecer me propone Dios. Nace la impaciencia y la angustia en mi alma y pierdo el rumbo y la orientación de mi vida.

Busco desesperadamente ordenarla, tranquilizarla y sólo en Jesús encuentro sosiego y tranquilidad. Repaso todos mis propósitos y me quedo insatisfecho. Como Pablo trato de hacer lo que no debiera y hago lo que no debería hacer. 

Pierdo la paciencia y se tambalea la confianza, porque le pido al Señor constantemente que me de la capacidad de aguantar, de serenarme, de olvidarme de mí y así servir. Es más, le pido por algunas personas muy cercanas a mí y por su conversión, y no veo respuestas.

También, es verdad, que esas personas me ganan en servicio, en bondad y atenciones. A veces me pregunto por qué diría Jesús que habrá muchas sorpresas, que muchos últimos serán primeros. Y esa reflexión me hace pensar en eso, quizás sean ellos, aparentemente tan lejanos, los que estén más cerca del Señor.

En este caminar encuentro el equilibrio de darme cuenta que soy un pecador de los grandes, y que necesito mucho más súplicas y perseverancia. Empiezo a entender que mis respuestas, por parte del Señor, no llegan porque no estoy maduro ni preparado para recibirlas. Necesito acrisolarme como el oro en el fuego, y eso lleva más tiempo.

Por todo ello, gracias Señor porque tras mis desesperos e impaciencias consigo entender que lo único importante y valioso es seguir a tu lado mendigando ese pedazo de pan que necesito para alimentarme cada día y exigirme mejorar de acuerdo con lo que Tú me propones, y no con mis planes.

Por eso, Señor, de nuevo gracias y vuelvo a las súplicas, a insistir en tu Misericoordia para continuar el camino bañando en tu Gracia, porque sólo así lograré paracerme algo a Ti.

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