Páginas

Páginas

viernes, 28 de septiembre de 2012

NO SÉ QUÉ DECIR, SEÑOR...


 «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».

sólo sé que Tú eres el Hijo de Dios vivo, pero nada más puedo añadir. Mi razón no alcanza para entender más, y mi vista es corta y vieja. Necesito renacer, transformarme en hombre nuevo para ver con claridad tu Rostro de Hijo de Dios.

Y eso no lo puedo alcanzar sin tu Gracia. Me toca esperar a las puestas de tu Sagrario, y allí aguardar pacientemente hasta cuando Tú quieras. Confío en tu Misericordia y mi esperanza permanece en ella. No dejes que me aleje de Ti, Señor. No permitas que me aleje de tu Rostro.

¿A dónde acudir, Señor, si Tú te vas? No encuentro otra razón que de sentido a mi vida si no está en Ti. No me cierro los ojos, ¡no!, simplemente que me fío de Ti y entiendo que en Ti encuentro lo que busco, pero a más no llego. Lo demás lo pongo en tus Manos. Tengo plena confianza en Ti.

Tú me das libertad, me haces libres y me llenas de paz. Tú respondes a mis inquietudes, me fortaleces en mi lucha propia contra mis apegos, mis pasiones y mis malos deseos. Tú me inundas de esperanza, de buenas intenciones, de satisfacciones por hacer el bien y de gozo cuando amo. Tú le das sentido a mi vida, ¿qué más puedo decir?

Simplemente que eres el Hijo de Dios Vivo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.