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jueves, 25 de octubre de 2012

ME DESESPERO, SEÑOR...

 Lucas 12, 49-53. Vine a traer fuego. ¿Será necesario pensar que el fuego
porque no veo los frutos. Quiero hacer y comprobar que lo que hago da su frutos, pero pierdo las esperanzas de comprobarlo y contemplarlo. Y eso me desespera y me hace pensar que lo hago mal, que estoy equivocado, que tu Mensaje no tiene validez actual y que a nadie le interesa.

Pierdo la fe y hasta la confianza porque los resultados no llegan. ¿Qué proyecto aguanta eso? Estoy desesperado, Padre, pero me consuela que hoy contemplo que a tu Hijo Jesús y veo que le pasó algo parecido. Tuvo momentos de desespero y hasta de impaciencia. Quería ver al mundo arder, arder en virtud y caridad.

Sin embargo, Jesús sabe esperar y aceptar la Voluntad del Padre y cumple con su compromiso de Cruz hasta entregar su vida por nosotros. Y ese camino que nos enseña es el que debemos desear y al que debemos aspirar. Ser perfectos como nuestro Padre Celestial es perfecto.

Sin miedos ni desconfianzas. Confiados en su Gracia que no nos faltará y nos alumbrará el camino para conseguirlo en su presencia y con la asistencia del Espíritu Santo.

No desesperemos y aguardemos con confianza en que la cosecha será obra de Dios en nosotros cuando Él quiera y crea conveniente. Amén.

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