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martes, 13 de noviembre de 2012

SER CAPITÁN Y NO QUEDARME EN SARGENTO

 ¿Por qué? Sencillamente porque esa "pobre mujer" da TODO lo que tiene.


Esta frase la oí en uno de esos llamados rollos de cursillos de cristiandad. Ya no se oye, al menos en todos los que he podido asistir, por la Gracia de Dios, en los últimos tiempos. Me parece muy clarificadora y muy profunda, pues contiene una aguda filosofía de lo que tu vida debe ser.

Y está muy en consonancia con la Palabra del Evangelio de hoy, (Lc 17, 7-10), que nos anima y exhorta a crecer en servicio según todas nuestras capacidades y aptitudes. Tenemos abierta una línea de crédito en el Cielo. El Amor de nuestro Padre Dios nos ha firmado un cheque en blanco por todos nuestros servicios, así que estamos pagados incluso por todo aquello que hagamos que a nosotros nos parezca que hacemos de regalo.

Y como ese Amor del Padre nos remite a que lo volquemos también con los hermanos que nos rodean en prueba del amor que a Él le tenemos, servir es nuestro principal objetivo. Servir y servir, de forma que en la medida que sirvamos amaremos a nuestro Padre Dios.

Por eso, en nuestro servicio debemos de dejarnos la vida y dar todo lo que tengamos. No podemos quedarnos en sargento si mi Padre me ha dado cualidades para servir de capitán. Y es ahí donde debemos y tenemos que quemar nuestra vida, sin exigir propinas ni suplementos. Ya hemos sido pagados con el Amor de nuestro Padre Dios.

Pidamos al Espíritu Santo que derrame sobre nosotros la fuerza y la sabiduría de entregarnos con todas nuestras capacidades al servicio de los demás, y tengamos la confianza de confiarnos a la Misericordia de Dios por todos nuestros fallos, fracasos y pecados. Amén.

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