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domingo, 23 de diciembre de 2012

MADRE DE DIOS Y MADRE MÍA


Porque así lo quiso Jesús poco antes de regresar a la derecha del Padre. Nos brindó la protección de acogernos bajo tu sagrado manto y de emprender el camino de la Cruz, que tú de forma ejemplar supiste seguir y superar junto a Él, para que sintiendo tu compañía y las fuerzas de tu humildad, podamos superar todos los obstáculos que la vida y el propio camino nos propone.

María, ejemplo y testimonio de obediencia, de confianza y de fe abandonada a la Voluntad del Padre, danos la orientación y las señales que tu vida, en silencio y firmeza, nos alumbran y nos guían. Danos la seguridad de tu Manto Sagrado para que guardados bajo su protección sepamos conducirnos ante los avatares de nuestro destino y nuestra cultura.

Enséñanos la capacidad de encajar, sufrir y superar el dolor de nuestra propia renuncia, y la alegría de sabernos bienaventurados como Tú, porque en esos dolores y renuncias encontraremos esa felicidad que tanto buscamos y que Tú nos has ofrecido desde tu seno materno con el alumbramiento del Niño Dios, nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero. Amén.


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