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domingo, 6 de enero de 2013

¡DÓNDE ESTÁ MI ESTRELLA?

 

¿Por qué yo no tengo una estrella como los Magos que me alumbre y me facilite el camino? Supongo que de esa manera me sería más fácil encontrarme con el Niño Dios. Aprovecho este día de reyes para pedírsela y así tener el camino bien señalado.

No es mala idea aprovechar estas fechas para pedirle al Señor que nos alumbre el camino con una estrella que nos conduzca al encuentro con Jesús, y creo que debemos pedírsela. Yo me sumo a esa petición. Pero conviene también recordar que los Reyes Magos no lo tuvieron fácil como puede parecernos a nosotros. Ellos tuvieron que dejar muchas cosas y aventurarse sin ninguna certeza. 

Podía ser un engaño, una intuición falsa, una aventura sin fundamento seguro. Nada garantizaba nada, y todo fue un camino inseguro, arriesgado y sin garantías de ninguna clase. Incluso, nadie buscaba ni nadie sabía nada a ese respecto. Sí, había una profecía, pero que nadie daba crédito, o en el mejor de los casos permanecían inmóviles y sin reaccionar.

Sin lugar a dudas, los Magos tuvieron su mérito, salir confiados a la indicación de esa estrella y dejarse guiar por ella. Y es eso, en mi humilde parecer, lo que creo que debemos hacer nosotros también. Hoy que, en el camino que emprendemos juntos, se habla de estrellas y de orientación, pidamos al Espíritu Santo, nuestra mejor estrella, que nos guíe y nos alumbre nuestra vivencia diaria por los caminos que la vida nos va presentando. Es la luz que el Niño Dios nos ha dejado para que no perdamos su estela y su nacimiento. Amén.



HIMNO
(Laudes)
 
Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aquí parad, que aquí está
quien luz a los cielos da:
Dios es el puerto más cierto,
si habéis hallado puerto
no busquéis estrellas ya.

No busquéis la estrella ahora:
que su luz ha oscurecido
este Sol recién nacido
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el Niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas
la estrella oscurecen ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas. Amén.

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