Páginas

Páginas

viernes, 25 de enero de 2013

SEÑOR, QUE NUNCA DEJE DE RECIBIR TU ALIMENTO

 

Porque Tú eres el alimento que me das la vida y la sostiene. Aquí estoy, Señor, para nutrirme de tu Cuerpo y tu Sangre, y, alimentado de tu Espíritu, viva mi vida en Ti. Porque, viviéndola, seré capaz de transmitirla y darla a conocer a aquellos que no te conocen o, porque cierran sus corazones y rechazan tu alimento, no llegan a experimentar el gozo y la dicha de vivir en Ti.

Convierte mi corazón como el de Pablo, y dame la Gracia de, con mi vida, servirte en los hombres que aparecen en mi vida. Dame la paciencia de saber esperar, de aceptar y conformarme con mis dones y talentos, simplemente los que Tú has querido darme. 

Señor, que acepte humildemente dar lo que Tú quieres que dé. No lo que yo quiero o me gusta, sino lo que Tú has dispuesto en mí. Tú eres quien vives en mí, al menos eso quiero yo, pero serás Tú, Señor, quien disponga hasta eso. Sólo déjame, Señor, entregarte mi voluntad para que seas Tú quien verdaderamente dispongas en mi vida. Porque siempre, lo que Tú hagas, eso es lo mejor y lo que más me conviene. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.