No conozco otro camino que me lleve a la alegría y la felicidad eterna. Esta vida es hermosa, pero la hermosura que nos ofrece es caduca. El pan que el demonio me propone es materia orgánica que se acaba, y las riquezas y poder también tienen su fin. Toda acaba con mi muerte.
Y eso no satisface íntegramente mi alma. Me deja vacío y angustiado. Yo quiero una vida llena de sentido y de felicidad. Una vida que promete eternidad y gozo. Y eso lo siento en Ti, Señor. Quiero vestirte, darte un vaso de agua, visitarte, ofrecerte comida y curarte tus heridas... Y eso te lo hago cuando lo hago en mis hermanos, hombres y mujeres de este mundo.
Pero también sé que soy una simple y humilde gotita de agua en el océano. No puedo arreglar el mundo, pero si puedo arreglar muchas cosas que están a mi derredor y que esperan mi presencia y mi trabajo. Eso es lo que te pido y quiero hacer, Señor. Dame esa Gracia y conviérteme para responderte en esas pequeñas cosas que rodean mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.