Tú, Señor, que eres
el más bello de los hombres,
te vemos en tu pasión
sin aspecto atrayente,
sin apariencia humana,
desfigurado por la fealdad del mal
y sufriendo por nosotros.
Pero a la luz de tu promesa
de Salvación
y de la Resurrección,
sabemos que cargaste
con nuestras culpas
y sufrimientos.
Gracias porque tus heridas nos
han curado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.