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sábado, 27 de abril de 2013

LUZ COMPARTIDA

Mateo 5, 13-16


Si la luz está debajo de la mesa, rinde poco, apenas alumbra y se desperdicia toda o casi toda su energía. Su misión sería desparramar toda esa energía al máximo radio de sombra para iluminarlo. No tiene sentido dar luz y no alumbrar donde está y permanece la sombra.

El milagro, pues, no es tener esa luz, que también. El milagro es saberla repartir y dejarla libremente que llegue a los mayores lugares de oscuridad posible. Porque no tiene sentido vivir en la luz y dar sombra. Por lo tanto, de nada nos vale tener la Vida de la Gracia, luz en el corazón, si luego esa luz se queda ahí mismo. Posiblemente sea un espejismo, una apariencia de luz, pero nunca luz verdadera.

Porque la luz verdadera es la que llega y alumbra lo que se esconde en la oscuridad y permanece a su lado. Esa luz nos testimonia que nuestra vida de gracia esta viva y nos viven dada de lo alto y refleja la Voluntad de la suprema Luz que alumbra a todos.

Tratemos en el Espíritu de ser luz, pero luz que trascienda de nosotros y alumbre todo el camino que seamos capaces de recorrer, repartiéndola gratuitamente a todos aquellos que la buscan sin saber donde encontrarla o que la buscan erróneamente en la misma oscuridad.

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