No buscas peleas. Te enteras de que te buscan y desapareces. No quieres enfrentamientos y te alejas haciendo el bien por el camino. Los desamores y traiciones de los demás los combates con amor y misericordia.
No gritas, no respondes a los insultos; callas, obedeces y permaneces en silencio. No se entiende tu forma de actuar, porque mi humanidad pecadora está muy lejos de actuar así. No puedo y me cuesta mucho caminar a tu lado respirando amor y misericorida.
Sin embargo, Tú me invitas y me animas a hacer el camino en actitud de obediencia, de amor y misericordia. Te necesito para aprender de Ti, y para injertado en Ti poder lograrlo. Dame las fuerzas de encontrar el camino y la Gracia de derramar en los caminantes la luz que necesitan para verte.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.