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lunes, 18 de noviembre de 2013

¡CUANTA OSCURIDAD HAY EN MI OJOS!



A pesar de la luz del día y las lumbreras de la noche, mis ojos siguen estando ciegos si me faltas Tú, Señor. Hoy, que casi la noche se confunde con el día, pues se vive tanto de noche como de día. Se celebran toda clase de deportes, acontecimientos y eventos con luz artificial creada por el hombre, y el propio hombre se jacta de ello.

Sin embargo, a pesar de tantos voltios de claridad, la penumbra sigue reinando en este mundo si no estás Tu, mi Señor. Bartimeo supo distinguir donde estaba la luz, y su garganta gritó a los cuatro viento clemencia para sus ojos. Necesitaba ve, porque la luz de los hombres no basta, no nos enseña el camino. Nos lleva al precipicio.

Danos tu Luz Señor. Esa Luz que alumbra, no sólo nuestro camino, sino que nos inunda de paz, de sabiduría y de amor. Esa Luz que nos descubre que sólo dándonos y sirviéndote en los hermanos podemos encontrar la paz, el gozo y la alegría de sabernos salvados en Ti.

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