Páginas

Páginas

martes, 12 de noviembre de 2013

PERDONA MI OSADÍA SEÑOR


Perdona Señor mi osadía y mi ignorancia; perdona mi presuntuosidad y mi atrevimiento; perdona mi arrogancia y mi vanidad. Porque, Señor, sabiendo mi condición humilde de esclavo y siervo, todavía tengo la osadía de pedirte recompensa y que me sirvas en muchas cosas que necesito.

Y, si no la recibo, me enfado y te amenazo con darte la espalda. Sí, Señor, muchos de nosotros, empezando por este que escribe, hemos experimentado esos deseos de rebeldía y de sentirnos mal tratados cuando no hemos recibido lo que creemos merecer. Nos hemos sentido mal cuando tus planes no son nuestros planes y te hemos pedido cambiarlos. Y si no ha sido así, nos hemos evadido con cierta indiferencia y disimulo.

Perdónanos Señor, porque siendo esclavos y siervos hemos pretendido ser servidos y recompensados cuando ya nuestra recompensa era cumplir con nuestras obligaciones y deberes para contigo. Ten, Señor, Misericordia con todos nosotros porque no merecemos ni ser tratados como esclavos, pues no hemos estado a la altura siquiera de esa servidumbre.

Danos, Señor, un corazón humilde y manso para sentirnos lo que verdaderamente somos y ser agradecidos con lo que ya hemos recibido gratuitamente. Simplemente por amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.