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jueves, 12 de diciembre de 2013

LA BATALLA ES CONTINUA



La batalla es constante, no parará hasta la última gota de sangre. Por eso, nuestra oración también tiene que ser constante hasta convertir nuestra vida en una permanente y presente oración. Las alertas de permanecer vigilantes, expectantes, en espera y oración, son las armas que debemos usar para estar preparados.

Hay una lucha interior que se libra a cada instante y en cada momento. No hay descanso ni tregua. La carne es débil y el mundo y demonio son tentaciones que están siempre alerta y vigilantes de tentarla para desviarla y perderla. Más con nuestra perseverancia orante siempre saldremos vencedores.

Es el mensaje de Juan Bautista: nos previene para que hagamos penitencia, para que estemos prestos y vigilantes, y para que perseveremos en actitud arrepentida. Y nos ofrece el Bautismo de agua para purificarnos. Pero es Jesús quien nos libera totalmente con el Bautismo de agua y Espíritu y nos salva de nuestra esclavitud.

No estamos solos, nos ha sido enviado el Espíritu Santo y en Él seremos vencedores de la batalla de nuestra vida para convertirla en Vida Eterna y gozosa.  Pidamos al Espíritu esa Gracia y abramos nuestro corazón confiado a su acción.


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