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jueves, 23 de enero de 2014

COMPARTIR REQUIERE COMUNIDAD



Cuando te propones compartir tienes que buscar con quien o quienes. Eso te lleva a vivir con otros, pues compartir es "partir con". Descubrimos entonces que es lo mismo que amar, pues para amar necesitas buscar a los amados, y eso también requiere otros, donde tú puedas hacer vida tu amor en servicio y entrega disponible. De una manera u otra, tanto el compartir como el amar te conducen a descubrir la comunidad.

Jesús nos ha creado y amado para que nosotros, en la comunidad, también amemos y por el amor nos parezcamos al Señor. Esa es nuestra semejanza: "El Amor", pero un amor puro, desprendido, servicial y gratuito. Y eso no sólo no es fácil, sino que imposible para nosotros solos. Porque siempre lo mancharemos buscando nuestro egoísmo, nuestro interés o  tranquilidad de conciencia. Nunca lo haremos de una forma tan desinteresada y escondida que nadie se entere. No resistimos que sepan que somos buenos.

La pureza de nuestro amor necesita la asistencia del Espíritu Santo y la Gracia de nuestro Padre Dios. Y sólo, injertado en el Señor Jesús seremos capaces, por la Gracia recibida en el Bautismo, de vencernos y amar al único estilo verdadero: el de nuestro Señor Jesús.

Padre Bueno, por los méritos de tu único y verdadero Hijo Jesús, danos la Gracia de ser capaces de amar como Él nos amó.

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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.