Páginas

Páginas

jueves, 30 de enero de 2014

¿EN DÓNDE PONGO MI LUZ, SEÑOR?



Sin darnos cuenta nuestra propia vida permanece escondida y situada debajo del lecho. No se deja ver, no sale a la luz y no transparente su sentir y vivir. No participa, no comenta, no se exhibe ni abre su boca. Simplemente dice, sí o no, o buenos días o noches, que no es poco, pero que quizás puede ser más.

No consiste en vivir la vida que yo quiero sino la que puedo. He de ascender a capitán y no quedarme en sargento si mis posibilidades son esas. No se trata de agobiarme, ni tampoco de exigirme más de lo que puedo, pero uno sabe cuál es su tope y hasta dónde puede llegar. Percibes cuando tu motor está dando todo lo que puede y cuando se desliza suavemente si forzar la máquina.

Dame Señor la sabiduría de saber el máximo de mis posibilidades y ponerlas enteramente a tu servicio. Dame Señor la fortaleza de experimentarme cansado y agotado en el momento del descanso y saborearlo hasta reponer todas mis capacidades y fuerzas para volver a empezar, hasta cuando Tú, mi Señor, decidas y creas.

Haz que mi vida sea luz hasta en el descanso y no deje que ningún rayo se pierda inútilmente entre la suave brisa.

1 comentario:

  1. Me uno a tu preciosa oración, Salvador. Ser luz es ser lo que el Señor nos pide.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.