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jueves, 16 de enero de 2014

HOY TENEMOS MENOS EXCUSA



En aquellos tiempos todo era incierto y oscuro. Se decían muchas cosas y no había nada seguro. Todos esperaban y los profetas que anunciaban terminaban siendo perseguidos y muertos. Me imagino metido en aquellos pueblos, ¿qué hubiese pensado o hecho yo?

Y cuando llega Jesús se hace difícil creerle. Hay una serie de leyes, tradiciones y costumbres a las que nos sentimos apegados y sometidos. Nos cuesta cambiar. La primera inclinación es pensar en un loco más. Se hace difícil hasta para los doctores de la ley y los sumos sacerdotes. Cambiar todo lo que tienen y las leyes por las que han luchado y la situación que mantienen ahora. Todo vuelto al revés.

La situación es trágica y muy dura. Pero Jesús es demoledor con su Palabra y su forma de enseñar seguida de signos y hechos que lo avalan y lo señalan como el Mesías esperado. Se hace necesario buscarle, oírle, conocerle e ir siguiéndole para verle actuar y proclamar el Reino de su Padre. Y cuando uno se atreve a hacer eso es que está dispuesto a cambiar. Su corazón está abierto al Amor que Jesús le comunica.

Hoy no ha cambiado nada. Sigue siendo difícil y dura de cambiar, de creerle y de seguirle. El mundo actual no mira la Palabra del Señor, se recre en sus propios logros y los avance de la técnica. Hay otra torre de Babel en construcción. El mundo se cree suficiente y los hechos, la Palabra y el Mensaje de Jesús les es indiferentes. Y siguen realizándose milagros (Fátima, Lourdes, Padre Pío, Medjugorjre...) en nombre del Señor...

Pero todo sigue exactamente igual, porque por nosotros mismos no nos viene la fe. Se necesita no sólo asombrarnos, sino dejarnos asombrar y como niño, lleno de humildad, dejarnos empapar por su Gracia para ser bañados por la fe. Danos, te pedimos Señor esa Gracia de creerte y de responder a esa fe que Tú pones en nuestros corazones.

La fe es un don de Dios, pero un don que tenemos que buscar, seguir y pedirlo. Sólo entonces, por la Gracia y Misericordia de Dios, nos será dado.

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