Esa es la cuestión, sin Dios nada podemos hacer porque seremos pasto de nuestros propios egoísmos y nos mataremos, nos violaremos, nos robaremos, seremos víctimas unos de los otros y terminaremos por aniquilarnos. El hombre sin Dios está condenado a destruirse porque no podrá liberarse de las cadenas a las que está sometido.
El Príncipe de este mundo, el demonio, se desenvolverá a sus anchas cuando se encuentra a un hombre perdido y que camina solo. Será pasto de su poder malicioso y quedará sometido y atrapado a su poder demoniaco. Y caerá en el pecado de matar, de adulterar, de robar, de desear los bienes de los otros y hasta de jurar en falso.
Te pedimos Señor que nos liberes de esta influencia tentadora del mundo y del demonio, y que nos des un corazón abierto a la bondad y a las buenas intenciones. Un corazón bueno, sabio, comprensivo y suave con el que podamos amar tal y como Tú nos enseñas y nos mandas.
Envíanos Señor tu Espíritu para que en Él podamos hacernos fuertes contra las tentaciones que este mundo nos propone.
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