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jueves, 20 de marzo de 2014

DAME LA PAZ DE HACERME PAN COMPARTIDO



No tengo otra palabra que pedir perdón y esperar confiado en la Misericordia de Dios, pero sólo eso no basta, porque he recibido unos dones para repartir con los que no los han recibido o no tienen nada. Incluso con aquellos que los ha despilfarrados. ¿O es que tú y yo no los hemos también despilfarrados, y lo hacemos cada vez que no cumplimos con los que debemos cumplir?

No es cuestión de desesperar, pero tampoco de relajarnos e inhibirnos de toda preocupación y solidaridad. Tenemos que esforzarnos en compartir y colaborar con los que lo pasan mal y no tienen que echarse a la boca. Tampoco se trata de dar de lo que nos sobra, sino de dar lo justo y también parte de nuestro tiempo. 

Y es que lo gastamos en comodidad, pasarlo bien y, aunque eso también se necesita, despilfarramos mucho en lugar de entregarlo a acompañar y ayudar a los que necesitan de nosotros. Hoy Jesús nos lo describe muy bien en la parábola del rico epulón. No ayudaría leerla despacio y abiertos al Espíritu Santo.

Pidámosle al Padre Dios que nos infunda sabiduría y voluntad para entender y compartir lo que hemos recibido de su Mano generosa para el disfrute y bienestar de todos. Amén.

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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.