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domingo, 22 de junio de 2014

DAME, SEÑOR, HAMBRE Y SED DE TI



Ahora paso por una etapa de inapetencia. Experimento tener que esforzarme para comer, y percibo la hora de la comida como una hora de esfuerzo de malos momentos. Me pregunto y me avergüenzo a la vez cómo es posible que yo tenga comida delante qué, si no desprecio, sí me cuesta comer, mientras otros hijos de Dios carecen y mueren por no tenerla.

Por eso Señor, te pido que estimules mi apetito, no para la comida que necesita mi cuerpo, sino para que nunca me sienta inapetente para alimentarme del Pan bajado del Cielo que Tú me ofreces en Tu Cuerpo. Porque ese es el Alimento necesario e imprescindible para alcanzar la Vida Eterna y sólo en Ti puedo conseguirlo.

Señor, el alimento material lo puedo comer aun no teniendo apetito, pero tu Cuerpo Señor, el Alimento imperecedero sólo lo puedo comer por la Gracia de tu Amor y la acción del tu Espíritu. Dame Señor la sabiduría de humillarme ante tu Amor y de abrir mi corazón para, humillado, ser bañado de la Gracia que da la Vida y alimenta mi alma para la Vida Eterna.

Despierta en mí, Señor, el hambre y la sed ardiente de comer tu Cuerpo y beber tu Sangre para que, saciado hasta lo más profundo de mi corazón, no deje nunca de alimentarme hasta llegar a Ti. Amén.

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