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domingo, 24 de agosto de 2014

ABIERTOS AL ESPÍRITU SANTO



Nunca podré entender, Señor tu identidad y tu origen Divino. Nunca podré entender que Tú eres el Hijo de Dios Vivo, Creador de todo lo visible e invisible y Redentor mío. Nunca lo podré entender porque no cabe, así lo has querido Tú, en mi limitada y pobre cabeza.

Sólo Tú, Señor, puedes hacérmelo entender como hiciste en Pedro. Eso sí, Señor, yo quiero estar abierto a la acción de tu Espíritu y dejarme llevar por Él. Yo quiero, alumbrado en Él, pronunciar las mismas palabras que Pedro y confesarte el Verdadero y Único Hijo de Dios Vivo, que has bajado del Cielo para, con tu Pasión, redimir y rescatar a todos los hombres del pecado.

Gracias Señor porque me has dado la Gracia de poder escribir y esforzarme en vivir con mi vida y mis torpes palabras que Tú eres el Hijo de Dios, y te pido que me des la fortaleza, la sabiduría y el valor de confesarte siempre, de vida y palabra, hasta el extremos de, como Tú, Señor, dar la vida antes que traicionarte.

También, gracias Señor, por regalarme esa Iglesia que, en la Roca que es Pedro, has apoyado con tu Gracia, y le has asistido en el Espíritu del Padre para su gobierno y peregrinar. No permitas que mi humanidad pecadora y herida por el pecado la abandone y se pierda en el camino. Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.