Páginas

Páginas

jueves, 14 de agosto de 2014

SETENTA VECES SIETE. ES DECIR, SIEMPRE.



Mi corazón está tocado, lleno de odio y venganza, y sometido al pecado. A una ofensa responde con otra ofensa y no resiste el deseo de venganza que anida en lo más profundo de su ser. Luchar contra ese odio de venganza que yace dentro de él se le hace imposible. No puede responder con amor a la más pequeña y simple ofensa.

¡Y Tú, Señor, me dices que tengo que perdonar hasta setenta veces siete! Sólo, ante la debilidad de mis fuerzas y la fragilidad de mi naturaleza, me queda, Señor, tu Palabra, y la convicción que si Tú me lo propones es porque, con tu Gracia, podré transformar mi corazón de piedra en un corazón de carne dispuesto a perdonar. Ya me habías dicho que sin Ti nada podría hacer.

Creo, Señor, en tu Palabra y confío en el Poder de tu Gracia para transformar mi corazón en un corazón capaz de perdonar y de amar. Necesito llenarme de paciencia y confiar en seguir tus pasos hasta que Tú consideres que estoy preparado para poder perdonar a mis enemigos.

Y me dices que no me canse de perdonar, hasta setenta veces siete. Es decir, para siempre, porque así perdonas Tú, Señor. Y así también quiero perdonar yo. Dame Señor la capacidad y el amor suficiente para poder perdonar siempre. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.