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viernes, 5 de septiembre de 2014

DISCERNIR LO ALEGRE Y LO TRISTE

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA UNIDA Y DEFENSA DE LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DONDE PUEDAS 




No es fácil distinguir el momento de la renuncia, del sacrificio o del compartir tristezas. Quizás las alegrías o las fiestas sean más fácil, pero siempre será difícil distinguir esos momentos donde se debe estar en una actitud u otra. Y eso lo debemos pedir al Espíritu de Dios, para que seamos capaces de discernir cuando debemos vivir lo uno y lo otro.

De cualquier forma, saborear esos momentos de alegría y de paz disfrutándolos y compartiéndolos con los demás conviene experimentarlos y gozarlos. Pero, también, llegados los momentos de tristezas, problemas y enfermedades debemos pedir paciencia, aceptación, fortaleza para superarlos. Llegarán momentos de alegrías y también de tristezas, y ambos debemos vivirlos en par y armonía en presencia del Señor.

Dios es Padre, Padre amoroso que nos quiere y nos cuida. Nos ha creados para ser felices y busca lo mejor para nuestro bien. Por tanto, no es razonable pensar que quiera nuestras tristezas, penas y sacrificios, sino que en la medida que ellos nos ayuden a crecer, a mejorar y perfeccionarnos, los permite para nuestro bien. Por eso, el Evangelio de hoy nos habla de esos momentos de alegría y tristezas.

Pidamos al Señor que sepamos discernir cuando, invadidos de alegría, vivamos en actitud festiva y gozosa esos momentos regalos del Señor. Así mismo cuando, tocados por la tristeza y penas, aceptemos en paz y paciencia esos momentos que nos exigen sacrificios y renuncias unidos a la Cruz del Señor. Amén.

2 comentarios:

  1. Rezamos el Santo Rosario, vamos por el segundo misterio.

    Gracias por estar ahí.

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  2. Hemos terminado. Gracias a todos los que se han sumado al rezo del Santo Rosario y a los que lo harán a lo largo del día.

    Vivamos ahora en familia la Voluntad del Señor. Amén.

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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.