Páginas

Páginas

jueves, 5 de marzo de 2015

PERDONA, SEÑOR, MIS EGOÍSMOS



Sería un error mirar para otro lado y tratar de acallar mi conciencia. No sacaría nada, tarde o temprano volvería otra vez a verme en mi propio espejo. No se trata de justificarme, sino de verme realmente como soy. Y soy egoísta; me cuesta solidarizarme; sí, lo digo, y hago alguna cosa, pero creo que no lo suficiente. Sólo trato de acallar mi conciencia con algunas acciones solidarias, pero mi compromiso no es total.

Y pienso que lo mejor es reconocerlo. Es un gran paso reconocerlo, porque eso descubre la suciedad que hay en mi corazón y, descubierto lo sucio se puede limpiar. Y Tú, Señor, no sólo lo puedes limpiar, sino que quieres limpiarnos. Sólo te falta que yo me deje. Ese es el paso tan importante que yo tengo que estar dispuesto a dar.

Quiero, Señor, que me limpies. Quiero, Señor, que transformes mi corazón de egoísta en un corazón generoso y solidario. Soy consciente que yo no puedo. Depende de tu Gracia. Para mí solo has dejado la libertad de dejarme transformar. Y yo quiero. Por eso te visito todos los días; por eso hablo contigo todos los días; por eso trato de renunciar a las cosas de este mundo que puedan alejarme de Ti. 

Por eso te busco hasta el extremo que los demás me tienen por obsesionado contigo. Quiero Señor darme y dar todo por amor como Tú lo das por mí a cada instante. Quiero, Señor, llegar a tu presencia con las manos vacías de todo lo que me has dado, y llenas de amor por haberlas compartido.

Pero me siento atado, encadenado, retenido y esclavizado egoístamente. ¡Libérame Señor y transforma mi corazón!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.