Páginas

Páginas

lunes, 20 de abril de 2015

¿LO DIVINO EN FUNCIÓN DE LO HUMANO?



Muchas veces he oído a la gente, aunque con cierta ironía, decir que han rezado para que su equipo gane. Aunque tiene cierto aire irónico y humoristico, en el fondo la gente se acuerda y recurre a lo divino para solucionar sus problemas humanos. Es el caso cuando nos asedian los problemas de salud o económicos

No es cosa nueva ni de está época. Ya ocurría en tiempos de Jesús, la gente lo buscaba para obtener curaciones o matar el hambre. La fama y los prodigios del poder de Jesús les movía a buscarle. Y Jesús les reprocha que le busquen simplemente para conseguir y satisfacer sus intereses. ¿No nos ocurre a nosotros algo parecido hoy?

Hacemos promesas condicionando sus realizaciones por objetivo alcanzados. Las caminatas a santuarios marianos están condicionadas por esas promesas. ¿Es la Virgen mediadora de gracias a cambio de sacrificios? ¿Se puede sobornar al Señor ofreciéndole cumplimientos o promesas a cambio de conseguir alguna curación o favor?

Jesús se nos da sin condiciones. Simplemente por amor, sin pedirnos nada a cambio. Y sólo quiere de nosotros que tengamos confianza y fe en Él. Nos ofrece el Pan espiritual que nos da la Vida Eterna, y nos reprocha que no busquemos sino el pan material, un pan temporal que solo nos da la vida temporal y caduca.

Hoy, Señor, queremos pedirte, no sólo el pan material, que lo necesitamos, sino también el Pan espiritual en que se convierte tu Cuerpo para darnos el alimento de Vida Eterna. Danos, Señor, la sabiduría de descubrirlo y de pedírtelo, porque eso es lo que realmente buscamos y solo en Ti lo encontramos.

Gracias Señor por hacerte comida para nuestro alimento espiritual, con el que podemos conseguir y alcanzar la Vida Eterna que buscamos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.