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sábado, 6 de junio de 2015

LA ORACIÓN, MEDICINA DE DESPRENDIMIENTO




El joven rico, un muchacho bueno, y que, al parecer cumplía todas las normas y preceptos de la Ley, se entristeció y desvió la mirada cuando Jesús le ofreció el dejarlo todo y seguirle. Y es que nuestras fuerzas no son suficiente para vencer el egoísmo que habita dentro de nuestro viejo y herido corazón.

Necesitamos fortalecernos, y la oración es la medicina que nos ayuda y vigoriza para, fiados de y en las Manos del Espíritu, conseguir fortalecernos y superar el egoísmo de tener y poseer por la generosidad de solidarizarnos y compartir, dándonos y dando tanto nuestro ser como nuestros bienes.

Quizás tengamos mucho o poco, pero en uno u otro caso el esfuerzo es duro y nos exige un gran desprendimiento. Posiblemente, las riquezas exijan un mayor esfuerzo de desapego y, quizás sean una prueba del amor que Dios nos tiene y del que quiere que nosotros igual le correspondamos. El pobre ya tiene bastante amor a aceptar su miseria e incluso dar de lo que quizás ni tenga. Su prueba de amor está más que probada.

Pidamos al Señor valor, capacidad de aceptar las adversidades de la vida, las tentaciones que nos amenazan con ponernos a prueba a cada instante, la pereza, desidia y toda clase de males y apetencias que tiran de nosotros con la fuerza del Maligno para separarnos de Dios.

Danos Señor la capacidad y la sabiduría de entender que los bienes recibido de tu mano generosa son para ponerlos al servicio del bien común. Y que el gozo y la felicidad se esconden en dar y compartir más que en recibir. 

Pidamos una fuerza mayor que supere todos esos obstáculos y que confortados por el Espíritu Santo sintamos el gozo y la esperanza de seguir en el camino de la Verdad, la Justicia y la Paz. Amén.

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