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domingo, 28 de junio de 2015

SIN LUGAR A DUDA

¿Qué puedes decir ante este hecho?


Se trata de creer o no. No me cansaré de repetirlo, porque la resurrección de la hija de Jairo y la curación de la mujer con flujos de sangre son hechos históricos y no pamplinas. Y ante estas evidencias decidimos creer las que nos interesa y desechar las que no. Es cuestión de creer o no. Eso no significa que respetemos las creencias de todos.

Pensamos que muchos nos autoengañamos y hacemos demagogia de la verdad. Con esto no queremos hacer proselitismo, porque Jesús no lo hizo ni propuso hacerlo. Jesús propone, y nosotros en Él, también proponemos su Mensaje. Ocurre que todo hombre de buena voluntad y buen gusto busca su felicidad, pero quizás la busca por caminos equivocados. La riqueza, el poder, la fama, el placer, la buena vida egoísta y otras son caminos que ya el hombre ha experimentado y continua experimentando.

En base a esa experiencia nos atrevemos a compartir que esos caminos son caminos equivocados. Porque sus resultados no son satisfactorios sino todo lo contrario. Dejan una estela de vacío, de insatisfecho, de remordimientos y perdición. El hombre descubre que cuando más feliz se ha sentido es cuando se ha dado gratuitamente al bien del otro.

Cuando se deja la piel, olvidándose de sí mismo por aliviar al otro, experimenta un gozo inexplicable que perdura y le hace feliz. Entonces descubre que es en el amor donde se encuentra la verdadera y eterna felicidad. Pero un amor de entrega, de renuncia, de olvidarme de mí para darme y entregarme por amor en servicio a los demás.

Se necesita ser humilde, porque ante este hecho no hay palabras. ¿Qué dirías de estar tu presente, o afuera esperando ver salir a la niña por sus propios pies? ¿Hubieses creído en Jesús? Pues piensa que quienes allí estuvieron te lo han transmitido.

Pidamos la Gracia de la fe. La fe que tuvo aquel jefe de la sinagoga, Jairo, y la mujer que padecía flujos de sangre, para que, admirados y postrados ante el Señor, tengamos la fuerza y la confianza de vivir y proclamar su Voluntad. Amén.

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