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miércoles, 21 de octubre de 2015

DESCUBRIR TUS TALENTOS



Se ha hablado mucho de las vocaciones, y siempre ha sido un reto descubrirla. Muchas veces, por motivos desconocidos, circunstancias o mal dirigidos involuntariamente, las descubrimos tarde. Creo que una de las razones puede ser el inmovilismo. Si no participas en muchas actividades, visitas lugares y experimentas experiencias varias, ¿cómo vas a descubrir lo que te gusta o haces bien?

Se hace necesario viajar, moverse y probar diferentes actividades, deportes y experiencias que te vayan definiendo que es lo que mejor haces. También en las que te encuentras más a gusto y experimentas que llegan a otros y le hacen bien. Entonces vas conformando que tu vocación está en eso.

A veces, por ir mal orientado, o por no poner el esfuerzo necesario, te quedas estancado y despierta un poco tarde, cuando quizás ya todo se hace cuesta arriba y más difícil de alcanzar. Pero, como dice el refrán, nunca es tarde, si la dicha es buena. Aquí diríamos: "nunca es tarde, si se puede hacer el bien". Porque eso es lo verdaderamente importante. A veces, los caminos, que creemos hubiesen sido los acertados, no son los mejores. Y otras veces ocurre lo contrario. Lo importante es donde nos encontramos ahora en el presente, y qué podemos hacer.

Por todo ello, pidamos al Señor la luz necesaria para ver, para discernir dónde y cómo podemos trabajar por transmitir ese gozo y felicidad que llevamos dentro. Porque se trata de eso, de dar a conocer ese torrente de felicidad esperanzada que sentimos en lo más profundo de nuestro ser, y que nos hace, todavía más dichoso, el compartirla con todos los quieran hacerlo.

Evangelizar no es hablar de una noticia, o de una doctrina, o de un camino. Evangelizar es hablar de una vida que se está viviendo en ese mismo momento. Es hablar del presente y de la felicidad del instante, y de invitar a vivirla también a otros. Porque eso es lo que todos buscan y quieren.

Danos, Señor, esa virtud y capacidad de saber y poder transmitir lo que vivimos, y que esa vivencia sea la Vida de la Gracia vivida en Ti por tu Amor. Amén.

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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.