Páginas

Páginas

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA NECESIDAD DE COMPARTIR



Solemos decirlo con cierta facilidad, pero a hora de rascarnos el bolsillo el corazón se endurece, y, no sé por qué, nos cuesta mucho dar, y más si cabe, darnos. Posiblemente será porque nuestra naturaleza está tocada por el egoísmo y la comodidad, y queremos asegurarnos ante el riesgo de padecer y sufrir. Eso nos inclina a cerrarnos y resguardarnos.

Sin embargo, no nos ocurre lo mismo cuando se trata de nuestra familia, precisamente cónyuge e hijos. Ahí nuestro corazón está más desprendido y dispuesto a dar y darse, incluso hasta la última gota de nuestra sangre. Pero, conocedor nuestro Señor Jesús de nuestro corazón, nos exhorta a hacer eso, no sólo con nuestros familiares y amigos, pues esa tendencia se produce también en los demás, sin necesidad de seguir a Jesús, sino también con nuestros enemigos. Y ahí está la diferencia y la esencia cristiana del amor.

Posiblemente, en aquella multitud de gente habría muchos que no seguían a Jesús sino por el interés material de ser curados, e incluso con la esperanza de que le dieran de comer. Hoy sucede también lo mismo. Muchos se acercan a la Iglesia con esa intención. Pero, Jesús, nos ánima a amar sin condiciones ni banderas, a todos por igual, y de manera especial a los enemigos.

Y eso te queremos pedir hoy, Señor. Sabemos lo que nos cuesta dar, incluso a los nuestros también. Dar significa un poco morir, renunciar a nuestros proyectos y gustos. Dar significa volver a quedarte desnudo y desguarnecido, tanto económicamente como de tu tiempo, tus cosas y tus apetencias. Dar significa dejar tus proyectos para entregarte y servir a los que te necesitan. Y eso nos duele y nos cuesta.

Danos, Señor, esa Gracia generosa, y enciende nuestro amor para que seamos corrientes de agua fresca que se derrama en los demás. Danos la capacidad de experimentar gozo y alegría, y de sentirnos fuertes y animado, a pesar de nuestras heridas y apegos, para dar y darnos sin desfallecer ni abandonar. En Ti, Señor, confiamos. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.