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jueves, 7 de abril de 2016

LAS COSAS DE LA TIERRA LAS TENEMOS DELANTE DE LOS OJOS




Ese es el problema, que vivimos aquí abajo. La cuestión será darnos cuenta que, aunque vivamos en este mundo, no pertenecemos a él. Pero eso no es fácil, porque chocamos con nuestra humanidad, débil y sometida al pecado. Las ofertas del mundo nos seducen y nos tientan. Jesús las vivió en el desierto y nos señala el camino para no caer en tentación.

El mayor peligro no son las propias tentaciones, sino pensar que nosotros solos podemos. Nuestra propia autosuficiencia es la mayor de las tentaciones, que nos hace pensar que no necesitamos de la Gracia del Espíritu Santo y que nos bastamos por nosotros mismos. Y de eso se aprovecha el demonio y, como a Jesús en el desierto, nos tienta.

Necesitamos el concurso y la asistencia del Espíritu Santo, y la constante oración. Estas humildes reflexiones persiguen ese objetivo, mantenernos despiertos y levantar nuestra mirada hacia arriba, porque las cosas de arriba son las que realmente valen y de las que nos habla Jesús con su Palabra (Mt 6, 19-21). Sólo el Señor nos puede dar la salvación porque Él viene de arriba y sabe lo que hay arriba y ha ido a prepararnos un lugar en el cielo (Jn 14, 1-4).

Pedimos al Señor que nos llene de su Sabiduría y nos aumente nuestra fe, para que fieles a su Palabra creamos en Él, y, creyendo en Él, certifiquemos que es veraz: Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida (Jn 3, 33-34).

El Señor nos provee y nos da todo lo que necesitemos para encontrar el camino y las fuerzas de levantar nuestra mirada y vencer la tentación de este mundo en el que vivimos. El Espíritu nos llena plenamente y nos fortalece en nuestra batalla de cada día para vencer las fuerzas del mal que nos asedia. Tengamos la confianza y la fe y la esperanza de esperar la segunda venida del Señor para llevarnos al lugar que nos ha prometido. Un lugar donde reina la Paz y la felicidad Eterna. Amén.

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