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miércoles, 20 de abril de 2016

VIVIR EN LA ESCUCHA Y VIDA DE LA PALABRA




El camino está claro: la escucha de la Palabra acompañada del esfuerzo de vivirla. Confiado en el auxilio del Espíritu Santo y de las fuerzas que de Él recibimos en la vivencia de cada día de su Palabra. Ese es el Camino, y no hay otro. Porque nuestro juicio será el de la vivencia de la Palabra, es decir, el de acomodar nuestra vida al estilo de vida de la Palabra de Dios.

Será la Palabra la que no juzgue. O lo que es lo mismo, estamos siendo juzgados cada dí en la medida que nuestra vida se amolde a la Palabra, o se aleje de la vivencia de la Palabra. Es decir, de que creamos en el Señor, o le rechacemos. Y eso, claro, vuelta a lo mismo, dependerá de conocer que dice su Palabra y que nos señala como estilo y acciones de vida. Cada cual deberá tener su hilo directo con el Espíritu Santo para caminar por los caminos que el Señor le indica de acuerdo con la Palabra.

Porque: Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí. Por eso gritó el Señor, porque necesitaba decirlo claramente, y bastante claro que lo dejó dicho. 

Por eso, Señor, desde este humilde ricón de oración, te pedimos sabiduría y fortaleza para seguir, paso a paso, día a día, esfuerzo tras esfuerzo, en tu compañía y auxilio de tu Gracia, el camino que el Espíritu nos señala, conscientes de que somos débiles y pecadores y necesitamos toda la Misericordia de tu Amor.

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