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jueves, 12 de mayo de 2016

UN GRAN ALIVIO Y ESPERANZA DE SABER QUE TE PREOCUPAS Y REZAS POR MÍ, SEÑOR



Nuestro Dios es único, ¿qué Dios es Padre y recibe las oraciones del Hijo, enviado a revelarnos su Amor y a ofrecernos la salvación ? ¿Qué Padre envía y encarga a su Hijo que nos cuide y rece por nosotros para que nos mantengamos unidos y que sea esa unidad el sello y la identidad que convenza a los demás? Sólo lo hace un Dios Padre Bueno, Verdadero y dispuesto a amarnos hasta el extremo de entregar a su Hijo para nuestra salvación.

Pero, ¿se puede desear más? Imposible, porque mayor gozo y esperanza no cabe en nuestro corazón. Saber y tomar conciencia, porque el Hijo nos lo revela, que reza al Padre por nosotros es la mayor gloria que podamos aspirar. Porque eso nos da confianza, esperanza y nos hace fuerte ante las adversidades de la vida y nos capacita para superar nuestras diferencias y pecados y perseverar unidos como Él nos propone y pide al Padre. Es ahí donde damos el verdadero testimonio de amor que nos identifica y convierte.

Y, sabiéndonos, Padre, tan pobres, tan imperfectos, tan débiles y a merced de las tentaciones y seducciones de este mundo, queremos dejarnos recomendar por tu Hijo Jesús, nuestro Mediador y Salvador, que, sabiendo de nuestra naturaleza humana caída, te pide que nos des la misma gloria que a Él para perseverar en la unidad y el amor.

Porque sólo así el mundo creerá que tu Hijo, nuestro Señor, es el enviado por Ti para la redención y perdón de todos los pecados cometidos por el hombre. Porque así, todos los hombres conoceremos la Misericordia que, por los mérito de tu Hijo, Tú, Padre Bueno, nos ofrece.

Gracias Señor Jesús por darnos tu gloria y depositar en nosotros, pobres y pecadores, la confianza de, incluso, pedirle al Padre que seamos uno como Tú y el Padre son uno. Gracias, Señor, por esa gran confianza que pones en cada hombre. Danos la capacidad y la sabiduría de no defraudarte y de despertar a esa llamada gratuita de tu Gracia. Amén.

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