Páginas

Páginas

martes, 26 de julio de 2016

BUENA SEMILLA




Dentro de cada persona está impresa la huella de Dios. Nos ha creado a su imagen y semejanza y nuestro corazón arde en deseos de amar y de ser feliz eternamente. Porque, Dios es Felicidad y Gozo Eterno. Dios es Amor, y si nosotros somos semejantes, estaremos creados para amar y ser felices eternamente.

El hombre y la mujer están inclinados a amar. Sin amor no podemos vivir. Necesitamos agarrarnos al amor para darle sentido a nuestra vida y entregarla por verdadero amor. Se experimenta eso cuando somos padres. Comprendemos lo que es amar. Antes, por muchas buenas lecciones y hasta ejemplos que nos den no podremos comprenderlo. Necesitamos experimentarlo.

El amor arde en nuestro corazón cuando está dispuesto a la renuncia, al sacrificio, a la entrega y al servicio desinteresado y gratuito. Y enciende el gozo y la alegría dentro de nosotros. Entonces es cuando estamos dispuestos y preparados para comprenderlo, porque lo estamos experimentando con nuestra actitud y entrega.

Necesitamos ama para vivir, pero no un amor egoista ni posesivo, que enfrenta, compite y destruye al otro, sino que construye y comparte generosamente. No un amor que se esconde en la cizaña y crece junto a la buena semilla, para, llegado el momento, dividir, enfrentar, competir, luchar por ser más y mejor que el otro. ¡No!, el amor es reflejo del Amor de Dios, que nos ama sin condiciones y nos da todo lo necesario para que, amando como Él, podamor morar eternamente en plenitud de gozo junto a Él.

Pidamos no apartarnos nunca de Él; pidamos estar y perseverar siempre en Él; pidamos estar siempre abierto a la acción del Espíritu Santo, para que protegidos y auxiliados por Él no dejemos entrar nunca en nuestro corazón la cizaña del poder, de la ambición, de la suficiencia, del placer y egoismo que nos destruye y nos pierde. Pidamos estar vigilantes y abierto expectantes a su venida para que nos acoja y nos lleve para siempre a la Gloria Celestial con Él. Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.