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lunes, 4 de julio de 2016

TÚ, SEÑOR, TIENES PALABRA DE VIDA ETERNA



Si Tú no estuvieras o no hubiese venido, ¿qué sería de mí? Muchos dicen que eres creación de mis propias esperanzas y que necesito creer en algo y eres fruto de mi creación. Quizás inventan un fantasma para justificar sus rechazos y convencerse de sus autoengaños. Todo es vano, Señor, porque Tú vives dentro de cada uno de nosotros y te haces presente en medio de todos aquellos que te invocan.

Eres, Señor, la respuesta a mis propios iterrogantes. Porque yo quiero ser feliz y busco por todos los medios a mi alcance esa felicidad. La he probado en el juego tanto de niño como ahora de mayor; la he buscado en la pasión, en el placer de la comida, el alcohol, el dinero, el poder, el confort y toda clase de bienestar o placeres de todo tipo, pero nunca llego a satisfacerme plenamente. Toda pasa y vuelve a empezar.

Y siempre está delante la amenaza de la muerte. Una muerte sin esperanza, sin futuro y sin sentido. ¿A dónde ir, Señor? No es que Tú tengas que existir, sino que eres la respuesta que busco. Porque te descubro dentro de mí y ansío responderte. Tú eres esa voz que me descubre mi búsqueda de felicidad y que le das la medida de la eternidad y que las encuentro en el amor. Porque cuando me esfuerzo en amar experimento que soy feliz y que mi gozo es eterno. Luego, no eres una invención, sino todo lo contrario, estás dentro de mí y te revelas en tu Hijo para descubrirme tu Amor y tu lugar.

Dame, Señor, esa fe de ese magistrado que, sin dudar, te pidió la curación de su hija. O esa otra de aquella mujer que se atrevió a tocar tu manto confiada en que quedaría curada. Quiero creer así y pedirte con esa firmeza todas mis necesidades. Sobe todo, la de la salvación y de tanto seres queridos y amigos. Danos esa sabiduría de saber optar por el tesoro valioso y dejar todo lo demás en el lugar secundario que les pertenece.

Tú, Señor, eres el verdadero Camino, la Verdad y la Vida, y sólo Tú mereces el esfuerzo de seguirte por encima de todo. Amén.

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