Páginas

Páginas

jueves, 4 de agosto de 2016

TÚ, MI SEÑOR, ERES EL HIJO DE DIOS VIVO



A pesar de mi humanidad limitada y pecadora, yo, Señor, sé que Tú eres el Hijo de Dios Vivo, porque tu Palabra es salvadora y satisface mi búsqueda de salvación. Tú, mi Señor, tienes Palabra de Vida Eterna y creo que Tú eres el único que puedes dar luz a mi vida y llenarme de fe en Ti por tu Amor y Misericordia.

Porque yo, Señor, soy un pobre pecador lleno de dudas, limitaciones y debilidades. Esclavizado y sometido por el pecado a las pasiones de mi pobre humanidad. Y quiero ser libre, liberado de ese sometimiento al que me instiga el pecado. Y sólo en Ti, Señor, encuentro esa esperanza de salvación y liberación a la que aspiro. Porque todas mis esperanzas en este mundo, Señor, son caducas, vacías y huecas. No tienen sentido y me incitan al precipicio y a la muerte.

Dame, Señor, la paz de saberme salvado por tu Amor y Misericordia, y aumenta mi fe. Hazme dócil a tu Iglesia, y también a aceptar la cruz de mi camino hacia Ti. Porque tu camino termina en Cruz, y como Tú, Señor, tengo que compartirla contigo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.