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jueves, 8 de septiembre de 2016

MARÍA, LA PUERTA DE LA REDENCIÓN



Virgen María, Madre de Dios, tú que has sido elegida para dar comienzo a la Redención y Salvación de todos los hombre dando tu seno para la encarnación del Hijo de Dios, intercede por todos nosotros para que seamos capaces de dar y darnos en servicio, por amor, al bien del hombre y de toda la humanidad, adheriéndonos a las peticiones de este mes del Papa Francisco.


Espíritu Santo, danos la fuerza y la luz para que sepamos vivir proclamando la grandeza del Señor, tal y como lo canta María en su Magnificat al saberse la elegida para ser la Madre del Hijo de Dios. Amén.


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

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