Páginas

Páginas

martes, 15 de noviembre de 2016

PERSEVERANCIA E INSISTENCIA

La perseverancia descansa sobre la paciencia y esta sobre la paz. Sin paz no hay sosiego ni paciencia para perseverar. Cada día es buena oración iniciar el día pidiendo paz, sabiduría y fortaleza. Porque la sabiduría nos enseña a ser fuertes y tener paz. Iniciemos esta humilde reflexión con esa petición de paz, sabiduría y fortaleza.

Queremos, Señor, pedirte paz, mucha paz para ser capaz de poner todos nuestros pensamientos en orden y dirigidos a Ti. Queremos, como Zaqueo, dirigir nuestros pasos a Ti y ponernos en medio de tu camino para llamarte la atención y, como Zaqueo, hoy, y Bartimeo, mañana, pedirte que veamos el verdadero camino que Tú nos marcas y nos invita a recorrer.

Queremos Señor, también pedirte por todas aquellas personas que tienen relación con cada uno de nosotros. Desde nuestros familiares a nuestros amigos y con los que, por un medio u otro, compartimos nuestra fe. Danos a nosotros la sabiduría de decir lo que el Espíritu nos indica y a los que nos escuchan entendernos. Pero, danos también la fortaleza y capacidad de ser coherente con aquellos que compartimos y decimos. Que nuestra oración y proclamación viva en la vida y salga de la vida.

Darnos, Señor, la oportunidad de subirnos al árbol de nuestra vida para buscar tu Mirada y ser dócil a ella. Danos la fortaleza de fortaleza para, venciendo todos los obstáculos y respetos humanos, responder a tu invitación y abrirte nuestro corazón. Y lo que es más importante, ser generoso y compartir todo lo que de Ti hemos recibido para mitigar y aliviar el sufrimiento y las carencias de nuestros hermanos.

Y haz, Señor, que nuestro seguimiento no sea fruto de un día, sino el camino perseverante de seguirte cada instante de nuestra vida. El verdadero camino, porque Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.