
Es verdad que la duda siempre estará gravitando sobre nuestras cabezas, pero, también es verdad, que la fe supone el fiarnos de la Palabra del Señor. Y en la medida que recemos y oremos en la línea del Padre nuestro, estamos dando testimonio de nuestra fe. Porque sólo ora aquel que espera y confía con esperanza en la Misericordia de Dios. Sólo pide y llama aquel que espera y confía.
Hoy, desde este espacio de oración - reflexión queremos, Señor, pedirte que fortalezcas la poca fe que tenemos y que nos la aumentes. Sí, Señor, queremos crecer en conversión para, esforzándonos en nuestra voluntad ir sometiendo nuestros sentimientos según tu Voluntad. Y, apoyados en tu poder, confiando en él, servir y ayudar a los hombres.
Siendo dóciles a tu Palabra queremos entregarnos a la oración. Una oración confiada, perseverante, de cada día, consciente y paciente. Una oración apoyada en la fe y en la esperanza de tu Palabra. Una oración que responde a nuestras peticiones y nos da soluciones. Una oración llena de esperanza que, aun no viendo sus resultados confiamos que será respondida según tu Voluntad, que busca nuestro bien y el de todos los hombres.
Danos, Señor, esa sabiduría y esa fe que necesitamos para creer en Ti sin desfallecer y sin desanimarnos porque los resultados no se muestren a nuestra vida. Consideramos que somos hombres de poca fe y que necesitamos que Tú, Señor, por tu inmenso Amor y Misericordia nos conceda la Gracia de tenerla y aumentarla. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.