Páginas

Páginas

lunes, 6 de marzo de 2017

SEÑOR, DECIDIRÁS SEGÚN MIS OBRAS

Señor, me has dado libertad para decidir, y voluntad para llevar esa decisión a la práctica. Sin embargo, mi naturaleza humana está debilitada por el pecado y soy muy susceptible de sucumbir a la tentación. Y el diablo tiene muchos recursos para, distraido, seducirme y hacerme pecar. Tú, Señor, hoy me has enseñado a resistir y sostenerme fiel al Padre. Has resistido las tentaciones del demonio en el desierto y nos has dado testimonio de como resistir.

Has sido llevado por el Espíritu Santo al desierto y en todo momento Él ha estado contigo. Y en Él, Tú, Señor, has rechazado las ofertas y tentaciones del diablo. Yo también quiero hacer lo mismo que Tu, Señor. Y, para ello, te pido la fuerza del Espíritu Santo con el fin de resistirme también a las sugerencia del diablo y ceñirme a las que Tú me has enseñado de parte de tu Padre.

Pero, sé que todo no te lo puedo dejar a Ti, porque me has dado libertad para decidir el camino a elegir por mi cuenta. Tengo que ser yo quien dé el paso adelante y tomar la vereda que conduce a la Verdad. Sí, necesito consultarte y pedirte luz, pero la decisión me toca a mí, porque para eso me has dado libertad. Y también voluntad. Voluntad para esforzarme en hacer lo que creo que está bien y debo hacer. A pesar de mis sentimientos contrarios o mi gusto partidarios de actuar de otra forma.

Esas cualidades que me has dado y has cargado en mi mochila son para usarlas y ponerlas en y para bien de todos mis hermanos. Sobre todo, los más pobres y necesitados. Aquellos a los que Tú, quizás, les haya dado menos y poca luz. Me dices hoy que comparta con ellos eso que me sobra y que me quede con lo sólo necesito para mí. Y me da cierta pereza y experimento algo de egoísmo. Busco seguridades, cuando Tú eres la única y verdadera seguridad.

¡¡Señor, despierta dentro de mi corazón esa libertad y voluntad que me has dado para ponerla al servicio de los pobres y servirte a Ti en ellos!! Porque de eso, me lo recuerdas hoy, es de lo que me vas a hablar el día que vuelvas, tal y como lo has prometido, y a poner a todos en su lugar. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.