Páginas

Páginas

miércoles, 8 de marzo de 2017

TAMBIÉN NOSOTROS BUSCAMOS SEÑALES

¿Quién no ha tenido dudas? En el camino nos asaltan muchas dudas. Sobre todo, cuando las dificultades nos exigen superarnos, resistir, renunciar e ir contra corriente. Nos resulta más simple y fácil acomodarnos, dejarnos llevar por la corriente y evitar la lucha. Ocurre cuando nos callamos; cuando silenciamos nuestra lengua o disimulamos nuestra posición o pensamiento. Somos muchos los Jonás de nuestro tiempo que contravenimos las ordenes de Dios.

Porque como Jonás tratamos de evadirnos y no ir a Nínive. Y es más, incluso pedimos signos y pruebas que satisfagan nuestro rechazo. Porque nos conformamos un Dios a nuestra medida y según nuestros gustos e intereses. Eso de se enviados, de obedecer la Ley impresa en nuestro corazón, nos resulta fastidioso y humillante. Nuestra soberbia se despierta y se rebela.

Pidamos que nuestro corazón sea obediente y capaz de apaciguar nuestra soberbia; pidamos que nuestra mente se fíe y se goce en la Resurrección del Señor. Nuestro camino cuaresmal, empezado el miércoles de ceniza, y que nos conduce a la Pascua, termina con la manifestación más grande para un cristiano y creyente en Jesús, el Hijo de Dios, "la Resurrección", el fundamento de nuestra fe.

No hay otro signo mayor, porque eso es lo que fundamenta y le da valor y sustento a nuestra fe. Vamos hacia la Vida. Nuestra cuaresma es un camino de Vida. De Vida Eterna, y esa esperanza nos empuja, nos sostiene y nos vivífica. ¡Alabado y glorificado sea el Señor!

Te pedimos, Señor nuestro, que alimentes nuestra esperanza y nos llenes de fe y fortaleza para continuar, sin interrupción, nuestros camino cuaresmal hacia la Pascua. También nuestra pascua, porque, como Jesús, nuestro Señor, nosotros, cada uno de nosotros, tenemos que compartir nuestra muerte con el Señor, para, luego, Resucitar en, con y por Él.. Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.