Páginas

Páginas

domingo, 12 de marzo de 2017

¡¡TRANSFIGURADO!!

No hay palabras para expresar lo que significa tu Transfiguración, Señor. Nos adelanta tu Resurrección y nos llenas de esperanza contemplarte Transfigurado en compañía de Moisés y Elías. Es para quedarse, como expresó Pedro, contemplandote sorprendido por tu figura. La Transfiguración explica muchas cosas de las que van a suceder poco después y tu entrega voluntaria a dar tu vida por redimir de sus pecados a todos los hombres.

Hoy, Señor, como ocurrió con Pedro, Santiago y Juan ayer, queremos pedirte que nos des sabiduría para entender el misterio de tu redencción. Nosotros sabemo lo ocurrido, pero, como ellos - Pedro, Santiago y Juan - que no entendieron nada, también nosotros no terminamos de creérnoslo ni de comprometernos. Y, como tal, no lo contamos, porque lo que no crees no puedes transmitirlo.

Hoy, en este "rincón de oración-reflexión", queremos reflexionar, valga la redundancia, sobre este hecho que Tú, Señor, nos has regalado, y pedirte que nos des la fe necesaria para creer y vivir en la esperanza de verte Transfigurado algún día con todo tu esplendor y divinidad. 

*Cuando la cara resplandece como el sol y la ropa, transformada en luz,
parece estar definitivamente a salvo de las manchas, podrías pensar
que, por fin, estás lanzado fuera del espacio y del tiempo.
Pero no es así: Moisés y Elías aparecen y, con ellos,
vuelve toda la memoria del Israel. Lo Nuevo
no se concibe sin lo Antiguo. La Gloria
no es una fuga fuera de la historia.

Eres Tú que quieres salvar Dios, Tú minúsculo, al que han conducido,
a pesar de todo, las generaciones anteriores y la evolución del 
universo. Te llama por tu apellido y, si le respondes, va a
justificar todo tu linaje. Ya que Tú también estás aquí
para aprovechar bien el tiempo (Ef.5, 16), para
cumplir con la gracia del Mesías, las 
expectativas de todos los que 
te han precedido.


*Textos: Fabrice Hadjadj-Tradución:Romain Gillain

3 comentarios:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.